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Una de las imágenes más impactantes y memorables de esta primavera fue cuando comenzamos a ofrecer pruebas gratuitas de anticuerpos y diagnóstico de COVID-19 en centros religiosos y comunitarios en zonas desfavorecidas de Nueva York. No sólo había colas larguísimas de personas esperando para hacerse las pruebas, sino que esas mismas personas luego se dirigían a la cola donde se estaban dispensando los alimentos — situada a unos pocos metros de distancia.
Esta es la realidad de muchas personas en Nueva York y en todo Estados Unidos, una situación desigual que les impide tener una oportunidad justa de llevar una vida sana y próspera. Ya sabemos cómo los determinantes sociales pueden influir negativamente en la salud y el bienestar de una persona y la comunidad donde vive, pero pareciera que seguimos debatiendo cómo poder cambiar las cosas, en lugar de actuar. Por ende, ha llegado el momento de pasar de las palabras bonitas a la acción.
La verdad es que las disparidades en la atención sanitaria son muy evidentes para quienes las padecen. Y puedo hablar por experiencia, habiendo soportado condiciones similares al crecer cuando "el Bronx ardía de verdad". La asistencia no puede venir sólo parcialmente de un área. Tenemos que colaborar unos con los otros para poder mejorar todos en conjunto.
Las alianzas de este tipo son esenciales para el futuro de la atención médica y del bienestar de nuestra sociedad. Esta es una de las principales razones por las cuales yo y mis colegas en Northwell Health nos enfocamos en colaborar directamente con líderes y organizaciones con profundas raíces dentro de sus comunidades.
El COVID ha exacerbado los problemas a los que nuestras comunidades de color se enfrentan desde hace mucho tiempo, no solo agravando los problemas existentes de acceso a la sanidad, el transporte, el empleo, sino también a los servicios para la infancia... y la lista continúa. Y a medida que la pandemia sigue causando estragos -más de 8 millones de estadounidenses en situación de pobreza desde junio-, la repercusión en estas comunidades podría ser duradera. Por ello, Northwell aceleró sus esfuerzos cuando el COVID empezó a hacer estragos en estas áreas.
Primero iniciamos pruebas gratuitas de diagnóstico y anticuerpos, trabajando con líderes religiosos y de otras comunidades para ayudar a atraer a sus congregaciones. Esto ya ha alcanzado a miles de personas en más de 100 lugares.
También estamos trabajando para garantizar la distribución segura, eficaz y equitativa de las vacunas COVID-19 mediante el establecimiento del Grupo de Trabajo para la Equidad Sanitaria, con más de 85 líderes comunitarios y religiosos, organismos públicos, escuelas y otros representantes de la comunidad, proporcionándoles la educación y divulgación adecuadas.
Desde que empezó la pandemia, hemos estado "de gira de escucha", reuniéndonos con casi un centenar de líderes comunitarios y religiosos de comunidades negras, marrones y latinas. Necesitamos saber lo que les aflige para atender adecuadamente sus necesidades, lo que contrasta claramente con el hecho de forzarnos a entrar en sus comunidades y decirles lo que necesitan.
Esta estrategia es esencial para la salud y el bienestar de nuestra comunidad en el futuro. Por ejemplo, estamos trabajando en un plan para asociarnos con los líderes de nuestra comunidad en un esfuerzo por abordar sus prioridades, incluidas las necesidades sanitarias y sociales insatisfechas, el acceso (o falta del mismo) a la atención sanitaria, la salud mental y el bienestar (abuso de sustancias, violencia), el desempleo, la inseguridad alimentaria, la vivienda y los programas educativos para jóvenes.
Ya hemos identificado y establecido conexiones clave en 11 comunidades claramente desatendidas del área metropolitana de Nueva York, zonas como Hempstead, Uniondale, Roosevelt, Freeport, Jamaica (Queens), Harlem, Bay Shore y Central Islip, por nombrar solo algunas. En un principio nos centraremos en los jóvenes y su educación, pero sigo confiando en las posibilidades que tenemos de crecer junto a todos ellos.
Sabemos que hará falta un pueblo unido para curar a los más vulnerables. El sector de la salud no puede hacerlo solo. Ya sea que se trate de las pruebas COVID o de trabajar con los líderes comunitarios para transmitir el mensaje correcto sobre la seguridad de la vacuna contra el coronavirus, todos podemos ayudar con nuestro granito de arena. Como el dicho lo dice, la experiencia puede ser nuestro mejor maestro. Y es hora de revertir las experiencias negativas del pasado mediante la colaboración, el compromiso y la empatía, poniendo al individuo y a la comunidad en el centro de atención.
La Dra. Debbie Salas-Lopez [ENG] es vicepresidenta senior de salud comunitaria y poblacional de Northwell Health, el mayor proveedor de servicios sanitarios y empleador de Nueva York. Es una conferencista y educadora reconocida a nivel nacional en temas como las mujeres líderes en medicina, las disparidades en la atención sanitaria y la equidad en la atención, la conciencia cultural y los servicios adaptados al idioma, y el impacto de los factores sociales y económicos en la salud.
Este artículo de opinión apareció en Crain's New York Business [ENG].
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